Esto no es un cuento de Navidad,

es el relato de una tarde maravillosa

Te voy a contar una historia que, aunque pueda parecer leyenda, ocurrió en la realidad y aún me emociono al recordarla.

Al final de la tarde soleada de un 16 de diciembre, más de 40 voces, de hombres y de mujeres, inundaron con alegre nerviosismo el autobús que las llevaría hasta una bella comarca bañada por las aguas de Entrepeñas y Buendía.

De viaje hacia Alcocer

Entre curvas, risas, partituras, bombones y caramelos de miel, propóleo y jenjibre, hicieron el viaje apenas sin darse cuenta.

El desembarco, ruidoso, rompió la quietud y el silencio de una calle larga, flanqueada a ambos lados por balcones adornados con sencillos motivos navideños. Nadie se asomó a ninguna de aquellas ventanas y mucho menos cruzó el umbral de ninguna de esas casas, algunas solariegas, testigos de un pasado de esplendor. Fue entonces cuando una fuerza potente e invisible les impulsó a avanzar a buen paso, como lo hicieron siglos atrás los hidalgos, caballeros y personajes ilustres que se pasearon por esas mismas calles.

Traqueteando su pesada maleta cargada de bártulos, llegaron a una plaza bellamente iluminada por la cascada de luces de un Árbol de Navidad metálico, magnético en la oscuridad. Mucho más seductor que el destello de los abalorios, las flores y las cintas de colores con los que las mujeres de aquel lugar, en ausencia de sus hombres, ahuyentaron a las huestes musulmanas allá por el siglo XI.

Calles Alcocer

Amansados los nervios con aquel baño de luz, las voces viajeras encendieron sus mejores vibraciones. Las iban a necesitar para poder cumplir su misión: llenar de música y buenos deseos aquel pueblo acogedor en el corazón de la Hoya del Infantado. Pero no en cualquier lugar, sino en el interior de su joya patrimonial: la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.

Y allí estaba ella. Se alzaba imponente y majestuosa, haciendo gala de ocho siglos de historia en su transición del románico al gótico. Con razón la llamaban la Catedral de la Alcarria.

 

Iglesia Alcocer

Traspasaron la portada esperando sentir el frío de sus muros, pero sorprendentemente les invadió una sensación cálida y reconfortante en forma de abrazo sincero: el del joven alcalde, Borja Castro, que rápidamente se parapetó tras un pequeño puesto de preciosos centros artesanales con los que sufragar importantes proyectos para su municipio. Casi todos picaron con la sugerente oferta.

Y así, tras el último ensayo, los integrantes de GuadSpel y Con Fusa llenaron el altar mayor, de cara a unos bancos repletos de público expectante. A la primera nota le siguieron todas las demás, que se fueron elevando a las bóvedas del templo guiadas por las afinadas manos de la directora, Marina Santiago.

Aquella noche algo pasó en Alcocer. Doy fe de que una energía sanadora iluminó miradas y conectó almas.

Por eso, en nombre de esas casi cincuenta personas amantes del canto, doy las gracias tanto a las gentes alcocereñas como a su Ayuntamiento por su generosa y mágica hospitalidad.

¡Feliz Navidad y Próspera Vida, Alcocer!

Concierto- Alcocer
Relax

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